Pequeño poema de un domingo de febrero.

La noche ya se ha fugado,
te extraño en el duermevela.
Aún parece temprano,
frío y nubes ahí fuera.

Por eso ahora te escribo,
he puesto, cómo no, a Leiva;
hay gotas en los cristales,
un café largo me espera.

Y es que he soñado contigo
y se me ha abierto esta grieta,
me he asomado por dentro:
hay un vacío que aprieta.

Momentos de aquellos años,
adolescencia de vuelta,
canciones y mis estados
llamando siempre a tu puerta.

Maldita vida de cuerdos
que congeló nuestras venas.
Y ahora te echo de menos.
Y mi locura se queja.

Nunca lo olvides, bonita:
yo seguiré en la brecha
mezclando todas mis dudas
con esta tibia tristeza.

Y piensa siempre que fuiste,
con tu sonrisa perfecta,
la más caótica de todas
las mariposas que vuelan.

Deja un comentario