No creo en el día de los enamorados. Creo en el Amor. No sólo en el Amor de pareja, que también. Digo en el Amor en todas sus manifestaciones.
El Amor es una fuerza capaz de mover el mundo, y de agitar el más recóndito rincón de nuestro alma.
Dicen que hay amores que matan y que la gente sufre a veces mal de amores (quién no ha sufrido alguna vez mal de amores). Pero no es así. Creo que es precisamente lo contrario: esas cosas ocurren cuando el Amor desaparece o cae enfermo. Cuando el Amor deja de ser tangible y se convierte en un espejismo, en una obsesión, en un fracaso.
El Amor es una energía grande, positiva, solidaria, cambiante, que se transforma y evoluciona y fluye de mil modos diferentes y sigue siendo Amor.
Amor de novios, Amor de pareja. Amor al camino que esas dos personas recorren juntas, codo con codo, beso a beso.
Amor de madre, grande, inmenso, infinito. Como el Amor de un padre. O el Amor de los hijos cuando toman conciencia de que son los seres más amados por sus madres y padres, precisamente.
El Amor que sienten los grandes amigos, los que disfrutan de la amistad honda en raíces como un viejo roble, flexible frente a los vaivenes de la vida como las ramas de un olivo joven, sólida como una gran encina solitaria enmedio de un campo de cereal.
El Amor propio, el Amor a uno mismo, tan necesario, porque si uno no es capaz de amar su propia vida, no podrá amar con plenitud la de nadie más, aunque lo intente con todo el alma.
Amor a nuestras aficiones, a nuestro trabajo, a una causa justa, a nuestros valores.
El Amor a esos momentos sencillos y mágicos que experimentamos de vez en cuando, sin previo aviso. El Amor a un rato de charla con una copa de vino por excusa, disfrutando de los últimos rayos de sol de la tarde.
Amor al arte, a la cultura, a la belleza.
El Amor a la gente sencilla y buena.
Amor a la prodigiosa capacidad del ser humano para levantarse y seguir adelante, a no claudicar.
Amor al arte, a la cultura, a la belleza.
El Amor a la gente sencilla y buena.
Amor a la prodigiosa capacidad del ser humano para levantarse y seguir adelante, a no claudicar.
El Amor a ese amigo fiel y peludo que daría su vida por ti, sin dudarlo, y que a cambio se conforma con un par de caricias en su lomo.
El Amor a ese Dios que a veces parece estar tan escondido que nos invita a dudar de Él, si no fuera porque hay algo muy dentro de nosotros que nos empuja a seguir creyendo, a pesar de vivir en un mundo tan raro. Ese algo tan abstracto y tozudo que es precisamente Amor.
El Amor a aquellos que se nos marcharon y que ahora sabemos que los amamos más de lo que jamás pudimos llegar a imaginar.
El Amor a su recuerdo, que es lo que nos queda.